Hasta la mismísima puerta del Manhattan, bar universal de mi pueblo, Nerva, Huelva. Rodando y sin bragas. Así llegó la kilométrica hasta nuestros pies, mientras bebíamos un cubata de martini rojo con ginebra para que emborrachara más.
Llegaba desde la calle de enfrente, rodando por el suelo, dándose un beso y un gran revolcón con el más borracho del pueblo.
Botas de montañas, una falda de flores con volante y unos andares de pato mareado la caracterizaban. Decían que no sabía andar de tanto subir las cuestas del Berrocal, pueblo vecino.
La kilométrica ha vuelto con faldas, botas y os aseguro que os dará, mucho, muchisísimo, que hablar.
Comencemos:
Llegaba desde la calle de enfrente, rodando por el suelo, dándose un beso y un gran revolcón con el más borracho del pueblo.
Botas de montañas, una falda de flores con volante y unos andares de pato mareado la caracterizaban. Decían que no sabía andar de tanto subir las cuestas del Berrocal, pueblo vecino.
La kilométrica ha vuelto con faldas, botas y os aseguro que os dará, mucho, muchisísimo, que hablar.
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4 comentarios:
Perras nervenses. Escribid un maldito comentario a la exiliada kilométrica que os espera deseosa para replicaros!!!!!!!!!!!ja,ja,ja.
no seas farsante, la kilométrica soy yo. no vayas pr ahí quitando identidades. por cierto. no sabía que esa figura de tu infancia-adolescencia te había marcado tanto!
Trini, tía. Nos has dejado solos en el after al Carlos, el Juanlu, el Manu y a mi. que poca verguenza triniiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii. Devuelveme a mis hijos!!!!!!!
Eres tremenda¡¡¡¡ que recuerdos de la kilométrica¡¡¡ en aquel momento descubrí el amor.
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