Hay días raritos, ratitos, en los que te tienes que dejar llevar porque puede suceder cualquier cosa. Desde que te levantas, los hechos te sorprenden y andas todo el día expectante, a ver qué será lo próximo, tipo bomba o deseo cumplido que está por llegar cuando cruces la esquina. De pequeña me encantaba Juan Tamariz, mago loquísimo y exagerado que muchos detestaban, con el ta ta cham todo el día y que hacía que me partiese de la risa. Para imitarlo intenté hacer magia con un juego que llegó a mis manos, traía una cuerda mágica, que no hacía nada en absoluto y unas cartas que nunca supe manejar. Pero sí que conseguí, con el tiempo, aprender a ver resplandores mágicos en el día a día, casi sin hacer nada. Ayer, fue un día metafórico, lleno de sorpresas, con coche estropeado incluido, Obama premio novel de la paz ¡TOMA YA! y deseos que se cumplían porque sí. Voy a seguir pensando en la magía, parece que funciona.
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