viernes, 6 de enero de 2017

Estar despiertos en la oscuridad. María Zambrano

María Zambrano ha vuelto hoy, con los reyes, a mi casa. Me pregunto que opinaría ella sobre las dudas que ahora me asaltan al detenerme a pensar sobre la verdadera constitución de mi ser: Emoción o razón. Cómo es posible que podamos contener y desarrollar el lenguaje, el complejo sistema que nos hace ser y en un instante podamos pasar de la reflexión tranquila al salto de estómago, donde nace y se crea la  sensación, embargando mi piel, mis sentidos y mi esencia.
En estos días, rodeada en un centro de salud mental de personas que parecen haber perdido aquello que llamamos razón, puedo ver que la emoción se eleva sobre ellos, toma el poder, al menos desde lo que expresan, llorando por las esquinas, mirando tristemente las paredes, gritando de rabia, dejando que su vida sea manejada por las penas, los dolores, los temores, todas las debilidades que llevan al hombre a perder la esperanza en sí mismos, para flotar en un mar de emociones desmedidas.
Deseo ahondar en las estructuras de estos dos mundos que parecen tan lejanos y sin embargo, forman uno solo dentro de nosotros. Es importante poder estar colmada de buenas emociones  para ser feliz, pero la interdependencia de estas con la razón es inequívoca. Cuantos pensamientos nos hacen ser felices y cuántos nos sumergen en la oscuridad. Cuán difícil es, cómo dice María Zambrano, “estar despiertos en la oscuridad”, salir a flote desde las cuevas de este lenguaje que nos hace ser. Dependemos en síntesis del signo, de la palabra. Pero es indudable que no hay palabra que pueda superar, ni generar la emoción del roce suave y breve del pétalo de una flor sobre nuestra piel.