Zetas zetas como hostias
Jarros de agua fría inundando tus ojos de sopetón para, de un golpe, servir de limpieza extrema a tus ojos distraídos.
Luces en sopapo adrenalizan tus neuronas en un pis pas
instantáneo y energético.
El resto de tus terminaciones nerviosas, inmovilizadas, convierten tu cuerpo en una estatua de sal, esa que desearía no haber girado nunca su cuello para mirar eso, que ahora tiene de forma clara y meridiana ante su rostro, y siempre sin dudas hubiese preferido, sencillamente, ignorar.
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