Limpiando mis dientes la vida parece brillante.
Los restos pequeños se disuelven. Un sabor fresco baja por tu garganta. Te miras al espejo y decididamente, todo parece salvado.
Al otro lado de la puerta ella espera.
No ha parado de regalarte contestaciones tipo bofetada, maquilladas de una edulcorada falsa dulzura, repletas de palabras educadas, racionales, tanto: que no hay salida. No puedes contestar a ninguna de sus aseveraciones, solo puedes limpiarte los dientes, pensar que tu vida puede ser brillante, aunque solo sea por el brillo que resplandece en tus ordenadas piezas de marfil.
Sales del baño y sonríes como una estrella a esa chica que en media hora hará de tu viaje a otra ciudad una experiencia insoportable.
Masticas tu saliva, te la zampas y caminas como un héroe sin rumbo, sin destino, sin nada que salvar. Pero con los dientes más brillantes del planeta.
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