La verdad está en la esquina de tus ojos.
He llegado a verla cuando yo me hacía la loca y sentía que tú me mirabas con ella, fijamente.
La verdad está sobre tus hombros desnudos,
cuando descansas, junto a mí en mi cama, sin miedo a que pase el tiempo.
La verdad está en tus dedos, en tus manos, cerca de mi boca
única, imperturbable, gratuita…
y yo: la he tocado.
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