Esas mujeres van con el cuello estirado, lo miran todo con sus ojos de bruja. Pueden alcanzarte el corazón de un solo vistazo, sentir lo que sientes, oler tus miedos, aunque te estén dando la espalda en ese momento. Son capaces de hacer de su piel la tuya, si se eriza el bello de tus brazos, ellas lo sentirán. Y es más, con todo lo aprendido de lo que sientes harán un nudo y extraerán la esencia de tu debilidad para poder dominarte, aderezándolo con su olor a sangre y a musgo.
Viven como si el mundo fuese a acabarse al segundo siguiente, destrozan el tiempo en mil cosas. Nunca tienen bastante. Con nada. La vida les parece una copa llena de un licor valioso del que no quieren dejar perder ni una sola gota. Son inagotables, fuertes, bestiales y poderosas. Las intemperantes, las llaman, ten cuidado: porque ya están en todas partes.
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