De carne y sal, atada a las patas de tu cama
todo luce brillante.
Fuera, en las calles, el silencio de esta tarde de domingo intenta sobrevivir sobre tus notas.
Atropelladas, en estruendo, suena una y otra canción, sin respiraciones entre comas.
Cierras los ojos cuando sabes que los míos están abiertos
y dejas resbalar más y más notas,
como un mar de olas de regalo.
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