Hoy, veía puertas en los caminos establecidos.
Caminaba junto a la muralla y de golpe, ahí estaban.
Solo tenía que dar dos pasos para cambiar mi destino,
hacia otra vida.
Cruzar una puerta
invisible pero muy tangible, abierta de par en par ante mis ojos.
Y dejarme caer en el sofocante calor de las tres de la
tarde,
como si de una suave cama se tratase.
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