sábado, 5 de junio de 2010

Ninfas de día

La luz se deshacía sobre su piel, en el descanso lento de la mañana recién llegada.
Fuera, las tormentas que seguían su curso.  Las sábanas blancas regalaban caricias de algodón fresco y el día poco a poco flotaba, saturando la habitación de luz y restos ahumados de mandrágora nocturna.

Edward John Poynter: La cueva de las ninfas de la tormenta, 1903

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