Pasamos por el tunel oscuro, bajo el monte gurugú para llegar a un pequeño prado cubierto de hierba y un techo de palmeras.
Tú jugabas con las pequeñas bolas en el aire cargado de humedad caliente.
Te habías quitado la blusa y sudabas un poco. Me gustaba tu olor y tus rizos despeinados. Dejé caer mi cuerpo para poder mirarte desde el suelo, tranquilamente. Yo sonreía, me hacían gracia tus piruetas. Al rato, fui a comprar dos helados de chocolate. Nos fumamos un pitillo y después saboreamos el dulce chocolate. Uhmmmmmm...
Comencé a dibujar el techo de hojas de palmeras, que había ante mis ojos, tendida, con el papel delante de mi cara y haciendo fuerzas para mantener los brazos en alto. Era bastante raro dibujar así.
Con la caída de la tarde el calor comenzó a bajar, todo iba más y más despacio. Y nos marchamos cada uno a su casa, …como tantos otros días…
(El dibujo lo regalé a Luis, que me arregló la guitarra aliviando mi sufrimiento)
5 comentarios:
jijijijiji rizos y olor
uuuhmmm, y no olvides la pelota acrobáticas, eso era lo mejor..
jajajajajajaja lo mejor?
vaya, vaya...eras tú..me alegro un montón, je, je...
siiiiiiii!!! me encanta este! ¿una tarde de inspiración? que guay! me encanta como escribes, eres la primera punky beat que conozco! TE ESPÍO jijijiij
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