Miro hacia el otro lado despistada y ¡zás!: ya no estás…
Caigo desde la superficie
en vertical,
a toda máquina
para dejar de existir en un segundo.
Un pestañeo, un pis pas repentino.
¡El segundo de la suerte¡
Y el tren pasa antes tus narices con sus ruedecitas rodando, rodando, rodando…
O…¿sólo fue una ilusión?
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