El fresco,
la piel desnuda a pleno sol de la tarde
en mitad del patio
con las manos cubiertas de hojas verdes,
todo lleno de luz.
El compañero de un paseo pequeño,
mientras hablamos,
miramos al suelo y nos dejamos llevar por los aires de nuestra cabeza.
A el que se ríe y baila con muchas ganas conmigo,
hace el idiota, una vuelta, otra…
y otra… y otro baile.
A ese asqueroso al que le gustan exactamente los mismos que a mí,
a mis hermanos los güeinas.
Y… a ese que tiene miedo a expresar su sensibilidad
¡komo yo!
...Y ya somos: ¡dos iguales!
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