miércoles, 21 de noviembre de 2012

¿Un trago?


Imagino a Dorothy Parker desparramada sobre una mesa inundada de líquido alcohólico.
La imagino quemándose la punta de los dedos con una colilla olvidada. 
Ni siquiera puede verme y, si lo hiciera, largaría una de sus estupendas frases, se reiría de mi alma marrón hasta hacerme sentir que realmente existen posibilidades.
Sobre todo para morir, sin ningún tipo de dignidad.
Al rato, algún amigo también borracho y vestido con un traje demasiado caro para aquel cutre bar se la llevaría casi en volandas, mientras ella arrastra un precioso fular por el mugriento suelo.
Yo ocupo su lugar en la mesa. Ha dejado un par de servilletas garabateadas entre colillas, ceniza y mucha mugre alcohólica: las almas grises, en realidad, nunca llegan a sufrir tanto como dicen, por eso son grises.

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