lunes, 6 de julio de 2009

SPEED Y FE. Por Sara Otsedom. Capítulo 1.000. La noche de los grillos


Miraba el cielo sentada en el filo de la acera. Pasaban las 12 y media de la noche. Podía respirar tranquila y volar con solo un saltito hasta las estrellas. El camino era fresco. Los grillos cantaban una canción infinita que le ayudaba a subir más a prisa. Contó, un dos tres, las tres marías y al lado el carro de, no recordaba muy bien el nombre.
Llevaba su pequeña bandera de astronauta metida en el bolsillo del pantalón corto. No le había dado tiempo de colocársela en el brazo izquierdo para que la reconocieran con facilidad cuando llegase a la puerta de la astronave.
De golpe escuchó un grito: ¡Sara venga que ya! ¡que empezamos a jugar al escondite!
No tenía tiempo, así que se quedó otra vez sin llegar a la astronave. De otro pequeño salto se colocó en la esquina, todas las niñas y los raritos de los niños la esperaban para hacer equipos y echar a correr entre las calles. Pasaban las 12 y media de la noche.

4 comentarios:

Southmac dijo...

... y luego todos se escondieron, mejor o peor, y lo que restó de noche fue divertido. Todavía puedo recordarlo.

Anónimo dijo...

mientras leía tu relato, asistía a una conversación sobre remedios caseros para quitarte los callos de los pies utilizando cutex que hasta eliminan papilomas. y esa es la razón de que haya pensado en las piernas hinchadas de sara a causa del calor veraniego, sentada en el pollete y sintiendo la punzada que el cambio de calzado veraniego ha provocado en algunos dedos de los pies.

el perro.

Anónimo dijo...

¿recuerdas Southmac como llegamos asfixiados al muro de piedra y me enseñaste la última herida de tu rodilla? recuerdo que casi la rocé con los dedos, aunque me daba repeluco. Entonces no eras tan lanzado como ahora, aquí te pillo aquí te mato, je, je...

Y tú perro seguro que te has acordado de los dedos meñiques amputados de Nocilla Dream, me está gustando el libro, es casi tan perrucho como tú.Kilométrica

Southmac dijo...

Joder si me acuerdo, en aquella época llevaba las rodillas masacradas todo el tiempo. Nadie era demasiado lanzado (tú tampoco ;)) Ahora hemos perdido el repelús por tantas cosas...