Vendrá un puñal tan salado en su roce
como unas salinas
de metros y metros de sal descompuesta.
La herida,
a borbotones gritando tu nombre
y los huecos vacíos.
¡Abrir las ventanas,
las puertas,
los postigos¡
Y mi niña,
con el vientre abierto,
descuajaringado.
¡Abrir! Que vengo
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