martes, 1 de febrero de 2011

Mis mejillas están ardiendo.

El calor de la madera deshaciéndose por el fuego hace hervir mi sangre. La piel de mi cara es rosa. Todas nuestras ropas han quedado impregnadas del olor a candela.

Hoy, hemos andado durante horas hasta el campo, para volver sobre nuestros pasos arrastrando kilos de leña y crear la candelaria más grande, la más alta, la más fogosa.

El fuego y su olor me hacen sentir viva. Me quedo en camiseta y cierro los ojos, ya está, aquí mismo: la primavera.

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