El calor de la madera deshaciéndose por el fuego hace hervir mi sangre. La piel de mi cara es rosa. Todas nuestras ropas han quedado impregnadas del olor a candela.
Hoy, hemos andado durante horas hasta el campo, para volver sobre nuestros pasos arrastrando kilos de leña y crear la candelaria más grande, la más alta, la más fogosa.
El fuego y su olor me hacen sentir viva. Me quedo en camiseta y cierro los ojos, ya está, aquí mismo: la primavera.
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