Las rosas de tu pelo
reposaban dulcemente.
Los labios de tu piel,
respiraban.
Y rompiendo el aire,
con suaves caricias
acompañaban tu sueño,
tan hermoso,
tan distante.
La estancia llena
del olor a tu cuerpo,
las ropas caídas,
sin concierto, por el suelo.
…Y el sol entraba a borbotones
por la ventana.
Los pájaros acunaban tus mundos,
los desiertos abiertos,
los espacios inmensos.
Sigues durmiendo.
Imagen. Oskar Kokoschka.
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