Allí no necesitas las gafas de ver, porque sencillamente, allí no hay nada o al menos, nada distinto.
Esta tarde, he estado descansando en una de sus sillas, de las que dejan en mitad de la calle sin nombre para que uno pueda reposar mientras se mira el ombligo.
No he hallado ninguna pelusa nueva, tampoco ninguna nota singular. El aire volaba despacio, calle abajo. Unos rayos calentitos de sol se acostaron sobre la piel desnuda de mis brazos y el olor de una dama de noche, que quería a la fuerza oler de día, comenzó a apretarme la nariz.
Todo parecía propio de la inopia, como cualquier otro día allí, vaya.
Y seguí mirando, calle arriba, a ver si al fin llegabas a esta tierra… pero nada.
2 comentarios:
killa, me gusta tu prosa. Te sigo.
un saludo, Damián.
Damián, he buscado el significado de tu nombre y creo que es domador, del griego. Estoy buscando ideas para pintar sobre la dominación de la mujer por el hombre, para una exposición sobre la violencia de género y la discriminación femenina. ¿Puedes decirme algo desde tu atril?
Y gracias por leerme
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