No será tu imparable eco el que haga quebrar mis rodillas.
Quedarán, no lo dudes, soldadas a mi sombra
para mantener mi cuerpo erguido ante tu impronta maldita.
No serán la oscuridad y el miedo con los que todo impregnas
los que hagan que mi piel cierre sus poros a todo lo por venir.
Es más, tu negada existencia y tus promesas de vacío no harán sino
solidificar mis ganas del próximo segundo.
Cuando vengas, me encontrarás con los ojos abiertos
directos hacia la mirilla de tu ametralladora imparable,
deleitándome en el placer de percibir, todo lo bueno que rodea a lo que no eres tú.
2 comentarios:
qué bonito,
cuanta fuerza.
p
llevamos dos díitas k no veas. Ya os contaremos.
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