miércoles, 27 de febrero de 2008

Cuando son las siete en pleno invierno

(Esta es una entrada para el que me prestó el dedo. K ha tardado mucho, pero bueno, voy a ponerle un tono dulce: no siempre soy bárbara)

Me clavo y me inundo en el mar de tus ojos.
Un océano salado satura San Marcos. Explota por San Luis, floto como puedo y salgo despedida.
Me agarro a tu balcón pero no te kedan ya pinzas de la ropa.
Voy al chino en un momento, ¡me estoy ahogando! Persigo tu sombra en el bar, en tu voz, en su esquina.
Me derramo buscándote,
Casi puedo oírte.
Y se hace la tarde.
Con un fin de piano, en San Marcos, con las rusas pululando y tu dedo delgado, sobre la barra.
Ese dedo k no perdiste.
Lola se retira, ya son las siete. En este invierno demoledor.
En esta ventana oscura que no se abre.
Pienso en tus ojos de agua.
En el piano,
en el sonido de las olas,
en tu aire.

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