lunes, 25 de febrero de 2008

Se compra moral


Como el tema político me está resultando aburrido voy a pasar a otro más engorroso aún, la moral. Tendría que tirar de mi amigo más filosófico, José Luis pero está liado con el género y tiene poco tiempo, aunque el otro día me explicó en un pis-pas y por teléfono el existencialismo con Sartre y Camus.
Siempre se dijo que la moral de Kilométrica era dudosa pero ahora me he convencido de que realmente no es K no tenga, es que la mora no existe. Pero no solo en ella. La moral es algo etéreo, que vuela de boca en boca, un látigo de siglas tipo mordaza que, por mi experiencia, sirve para criticar y envilecer el alma del otro, al que envidiamos, al que admiramos pero que nos da coraje o sencillamente al que no entendemos. Y así utilizamos ese látigo según nos convenga.
Sé que es una explicación sencilla y fácil y que los grandes filósofos de este y otros siglos se pondrán las manos en la cabeza. Pero es que Kilométrica siempre pareció estar fuera de esa norma, era la más puta (ya sé que quité ese bonito y delicado artículo de "algo más que putas" lo voy a tener que retomar).
En fin que esto va de: un día porque me interesa y otro porque me da la gana.
CONCLUSIÓN: kilométrica va a hacer lo que le salga de la punta del pie. De todos modos siempre hay alguien descontento y más ella que ahora tiene el corazón como una piedra pómez, lleno de agujeros. K más da.

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